Joaquín Murrieta no era un justiciero, pero la gente lo creyó así; no luchó por la libertad ni para defender a su gente de la ambición estadounidense, sino que se convirtió en un símbolo de resistencia en momentos en los que la muerte recorría los caminos de California. Esta es la historia real del antihéroe mexicano que se propuso ser «el azote de los gringos» durante la fiebre del oro, repartió el botín de sus atracos con los más necesitados y dio origen al mito del Zorro.