La exigencia de hallar una conexión entre los diferenciados y discordantes mundos de la naturaleza y de la libertad moral empuja a Kant al completamiento estético. A tal fin distingue, en primer lugar, un tipo de juicio, el «reflexivo», que opera cuando la representación, antes de ser sometida a un concepto y dar así lugar al juicio cognoscitivo o «determinante», es considerada en su relación con el sujeto y con las exigencias de éste.