La vida es frágil, sin duda, pero el amor siempre resiste, nunca se rinde, nunca se va. Sólo hay que cambiar los empujones violentos por avances enérgicos, los pasos hacia atrás por impulsos adelante, los hundimientos por nuevos paisajes. Y eso, que es algo maravilloso, uno lo descubre cuando las grietas se abren.