Con veinticinco años, Inés tiene un bulto de ropa en el salón, ratones en las paredes, unas costillas en el horno y resaca todos los días. También tiene sueños en los que es una niña y pasea entre volcanes y chumberas y su padre la lleva de excursión a una guerra, y otros en los que Javi la abandona o que los dos vuelven a quererse. A veces piensa en perros y en osos y en cerros que son dinosaurios, y a veces se emborracha con Lara y le pregunta qué van a ser de mayores.