«El Hermano Mayor te vigila», advierten los carteles que cubren las paredes de Londres. La libertad de expresión ha desaparecido y a los ciudadanos de un «lugar que alguna vez fue llamado Inglaterra» no se les permite ejercer el pensamiento crítico. Se habla entre susurros, fingiendo las expresiones, y se vive con un temor constante a la Policía del Pensamiento.