El conflicto es inevitable, tanto en negocios como en querellas. Pero cuando los clientes llaman al abogado para regatear quién recibe qué porción del pastel, las tácticas tradicionales de negociación agresiva pueden llevar a la ruina. Demasiado a menudo las exigencias aumentan, los casos no se resuelven, las relaciones se rompen y los procedimientos de la justicia se retrasan.