Nota conmemorativa. Y retiemble en sus centros la tierra es el vía crucis contemporáneo y laico que sigue un profesor de literatura cuando se ve conminado a la jubilación. Originalmente me propuse escribir una crónica a propósito de las cantinas del centro histórico de la ciudad de México. No quise hacer el recorrido en solitario, así que me agencie la solidaria compañía de dos amigos de gargantas resistentes. Una condición rigió nuestro itinerario: una sola copa por cantina. Se trataba de alternar cada antro visitado con lo que lo separa del siguiente: la calle y su gentío, su arquitectura su historia. La experiencia fue una suerte de práctica de ciudad, que no de campo, y como tal pasaría al reportaje que empecé a redactar.
Pero a la mitad del camino de la escritura, el profesor Juan Manuel Barrientos, un personaje secundario de amor propio, mi novela anterior, se metió de contrabando en la crónica que estaba escribiendo y, como traía copas encima, adopto exigencias de protagonista. No tuve el coraje de rechazarlo.