Es tiempo de libertad. Se ha terminado la guerra, pero el miedo sigue presente. Muchos huyen, lo han perdido todo. Eso es lo que les sucede también a tía Karla y a Bernd, su sobrino huérfano. Durante su huida hacia el oeste van a parar a la pequeña localidad austriaca de Laa an der Thaya. No pueden ir más allá, pues todavía no hay trenes. Pero está prevista la llegada de uno en los próximos días.