No hay vaca más triste que Muriel. Sólo ve el lado terrible de las cosas; ni siquiera su propia fiesta de cumpleaños la alegra. Cuando el pequeño cordero, cansado de intentar animarla, se contagia de su pesimismo, Muriel se da cuenta de que sólo podrá ayudar a su amigo si empieza a sonreír. Una historia que alimenta la reflexión sobre el manejo de las emociones.