¿Qué habría pasado si Shakespeare hubiera tenido una hermana con su mismo talento para la escritura? Probablemente, que él seguiría siendo un faro de las letras universales y ella, condenada al anonimato, se habría suicidado. Esto decía Virginia Woolf a las estudiantes universitarias que en 1928 atendieron a sus conferencias sobre las mujeres y la literatura.