Nadie sabe cómo pudo llegar una camella a los húmedos pantanales brasileños. Lo cierto es que no ha llegado a hacer amigos: trata muy mal a todos los animales y se pasa el tiempo quejándose del clima y de la vegetación, tan distintos de su querido desierto. Sin embargo, una situación extrema la hará darse cuenta de que importan más la amistad y la solidaridad que la apariencia y el lugar de origen.