En 1692, una serie de personas fueron arrestadas y acusadas de practicar brujería en Salem. Tras los juicios que se llevaron a cabo, se condenó a veintinueve de ellas y, finalmente, diecinueve murieron ahorcadas. Aunque nadie sabía que, en realidad, los que propiciaron las acusaciones eran brujos blancos, y los condenados a la horca pertenecían a su vez a linajes de brujos oscuros. Hasta ese momento, los aquelarres de ambos bandos habían convivido en equilibro.