Durante los últimos cincuenta años, algunos neuropatólogos y neurocirujanos han puesto especial interés en el estudio de los traumatismos craneoencefálicos. Entre los más recientes se encuentran Jennett, Teasdale y Miller, en escocia, y Gurdjan, Marshall, Becker y Langfitt, en Estados Unidos.
Desde luego que faltan por mencionar muchos investigadores de otras partes del mundo que, junto con los anteriores, han contribuido a desarrollar el interés por la neurocirugía a nivel mundial. A menudo, el traumatismo craneoencefálico (TCE) grave requiere terapia intensiva desde que el paciente ingresa a la sala de urgencias; desde luego, la cirugía es sólo una parte del tratamiento intensivo y se aplica solamente a un número de casos.
Existe la conciencia de que si bien la evacuación de los hematomas puede ser de vital importancia, también lo es lograr una adecuada oxigenación tisular y un control temprano de la hipertensión craneal por medios médicos.
La evolución del conocimiento acerca de los TCE nos muestra, en el pasado, los diversos intentos por lograr una clave única para explicar lo que ahora sabemos es un proceso complejo y sujeto a muchas variantes. Por ejemplo, hace 60 años se describían las fracturas de la base como el factor determinante en la evolución y pronóstico de los TCE; ahora sabemos que la mayor parte de esas fracturas tienen una buena evolución.
Cabe hacer notar que el sistema de tratamiento que aquí se describe para TCE grave, se puede aplicar sin métodos sofisticados y sin UCI, pero sí se requieren los servicios de una enfermera general para cada padente, apoyada por enfermeras auxiliares y por el personal médico residente.