Para la ciencia política moderna es una tarea difícil el precisar la naturaleza del Estado, y en un momento de intensa transformación de las instituciones políticas y sociales. No podemos hablar de una evolución normal de las ideas y de las formas políticas, porque vivimos una de las revoluciones más profundas de la historia, que por esta vez, puede válidamente llamarse universal.
Estamos en presencia de una de las crisis incontenibles de las instituciones sociales tradicionales, dominada por un relativismo de los conceptos básicos de la política. Estas tendencias deben ser analizadas porque el término de crisis ha sido superado. En nuestros días debemos referirnos a un complejo de fenómenos de mutación o de transformación social que domina a todos los pueblos del orbe. Cuando aludimos al Estado nos referimos a la sociedad políticamente organizada, es decir, a grupos enlazados en una comunidad internacional que somete a una estricta revisión el nacionalismo político y pretende formular consideraciones ecuménicas, que desde luego forman el debate irreconciliable de actualidad.