Immaculée Ilibagiza creció en un país que amaba, rodeada de una familia que adoraba, pero en 1994 su mundo idílico se vino abajo cuando un sangriento holocausto cayó sobre Ruanda. La familia de immaculée fue brutalmente asesinada durante un festín de muerte que duró tres meses, acabando con la vida de cerca de un millón de ruandeses.