Rosemary Woodhouse y su marido, Guy, se mudan a un edificio de apartamentos neoyorquino marcado por una fama ominosa y habitado por ancianos. Roman y Minnie Castavet, vecinos de los Woodhouse, acuden a darles la bienvenida e intentan, por todos los medios, establecer relación con ellos. Rosemary se muestra renuente a frecuentarlos, no solo porque los considera extraños sino también por los misteriosos ruidos procedentes de su apartamento. Guy, sin embargo, parece sentirse encantado con ellos.