La reputada psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross supo desde muy joven que su misión era aliviar el sufrimiento humano, y ese compromiso la llevó al cuidado de enfermos terminales. Durante décadas observó que los niños y algunos adultos partían liberados, pues hallaban consuelo en la expresión de sus sentimientos y en el amor incondicional de quien los escuchaba.