Las elecciones del próximo 4 de junio evidenciarán cómo se vivirá la sucesión presidencial en 2024. En el Estado de México, los partidos políticos ya están ensayando sus buenas y sus malas artes para atraer votantes, están sometiendo a prueba máxima la capacidad del árbitro electoral, emplean todos sus recursos intentando seducir a la hidra mediática y han desatado rudísimos rounds de sombra en la entidad con el mayor padrón electoral. Saben que quien impere en estas elecciones habrá dado un paso de oro rumbo a Palacio Nacional.