Orwell eligió un género difícil, la fábula, a menudo equiparada con la literatura infantil, para ofrecer: una crítica compleja de uno de los regímenes más controvertidos de la historia moderna. Lo logra al capturar de manera realista y divertida las características de muchos de los animales y al convencer al lector de que estas características se prestan, al menos metafóricamente, a comprender la vida humana en el contexto político.