En nuestra sociedad inculcamos que la obediencia es la principal virtud. En efecto, requerimos de una estructura, leyes y normas, éstas nos dan una buena base de la cual partir, para de allí volar. El problema empieza cuando nos atoramos en esa base, cuando no nos atrevemos a analizar ni a decidir, cuando creemos que obedecer ciegamente y quedar bien con los demás es lo más importante.