Mientras crecemos y nos relacionamos con otros, experimentamos sentimientos nuevos, inexplicables, incluso contradictorios. Hablar de ello a veces nos resulta complicado, pues expresar la ira puede ser considerado un acto violento, y demostrar amor suele confundirse con cursilería. Pero los estados de ánimo no son malos; simplemente forman parte de nuestra vida.