¿Quién no ha sentido, al menos una vez en la vida, el deseo de alejarse del mundo? ¿Quién no ha soñado con dejarlo todo y desaparecer? La tentación de la huida, el motivo de la fuga mundi, es recurrente en nuestra cultura porque permanece vivo a lo largo de la historia, y siempre provoca una mezcla de fascinación, nostalgia y callado remordimiento.
Para seguir su rastro, de la huida al desierto predicada en el siglo IV por el eremitismo cristiano al exaltado elogio de la evasión entonado por los hippies de la década de 1960, el sociólogo Rémy Oudghiri se ha deshecho de las herramientas habituales de su oficio -estudios, encuestas y estadísticas- para dejarse guiar por una docena de libros y autores, de Petrarca a Rousseau, de Flaubert a Tolstoi, de Simenon y Emmanuel Bove a Le Clézio y Pascal Quignard. Porque la literatura abarca todos los registros, de la emoción a la razón, y no desdeña ningún método, de la introspección a la descripción, el relato o la poesía, el realismo o la ficción. Y porque los escritores no están constreñidos por protocolos rigoristas y se atreven a explorar territorios desconocidos e inciertos.