Un día, un grupo de niños y niñas encuentran, mientras juegan en el parque, un pájaro recostado con los ojos cerrados y sin latidos del corazón. Compungidos deciden despedirlo como hacen los mayores con sus seres queridos. Cavan un hoyo en el suelo para el pájaro, en un rincón bonito y solitario y lo cubren con helechos y flores silvestres. Lo envuelven dulcemente con hojas de viña. Finalmente le cantan una canción para decirle adiós. Durante muchos días, se acercan a su pequeña tumba del bosque para cantarle su canción.