Los valores de la familia mexicana se han transformado drásticamente en las últimas décadas: en el padrón educativo del núcleo familiar se ha pasado de la figura de los padres imperantes a los excesivamente permisivos, los que a su vez ha derivado en la información de "hijos tiranos", quienes se caracterizan por ser individuos apáticos, individualistas, demandantes, egocéntricos y hedonistas; es decir, una generación que persigue el menor esfuerzo posible y no acepta imposiciones.