Monsiváis solía decir que la vida vale mientras no se la aprecie demasiado, y su legado demuestra que su mirada lúcida y perspicaz sobre la sociedad, su ironía brillante y su compromiso con la justicia social lo convirtieron en un pensador entrañable, siempre cercano a la calle y a su gente, que sigue siendo apreciado a pesar de su ausencia física.