Así arranca esta crónica escrita por un hijo de la Revolución cubana en las primeras horas que siguieron a la muerte de Fidel. Una pieza de literatura bajo presión, que toma del periodismo los datos verificables, pero escrita con las herramientas de la ficción, el aire memorioso de la autobiografía, la emoción de la novela y los argumentos históricos del ensayo.