Lujurioso, excesivo y masoquista: así es el apasionante país que hace del drama su símbolo nacional; y de la comida picante, su penitencia. La nación que se deleita con cervezas preparadas con tantos ingredientes como el mole, pero que cree que una rebanada de sandía por la noche puede causar la muerte. ¿A quién se le pudo haber ocurrido algo así? Solo a Alberto Montt... Y al diablo.