¿Cuántas veces has escuchado que el lenguaje soez es indignante y ofensivo, que da cuenta de un vocabulario pobre o incluso de un intelecto limitado? Hasta hace poco, las groserías estaban excluidas de los diccionarios, y aún ahora padres y maestros las prohíben. No obstante, las investigaciones científicas más recientes han revelado que las palabrotas y las maldiciones, cuando se usan juiciosamente, tienen beneficios fisiológicos y psicológicos sorprendentes.