Los colores ofrecen una sencilla pero poderosa herramienta para sanar el cuerpo, la mente y el alma. Meditando con colores actuamos directamente sobre los centros de energía que conectan el cuerpo físico con el astral, restituyendo así el equilibrio de frecuencias inarmónicas, que constituyen el origen de cualquier disfunción o enfermedad.