Los mandalas tienen una función transformadora en el plano espiritual, que nos permite conocer nuestro espacio interior y lograr un equilibrio y una purificación energéticos. Al colorear un mandala, expresamos nuestros estados de ánimo y con ello exteriorizamos y comprendemos nuestros sentimientos, recomponiendo lo que esté roto, con una práctica sencilla que nos permite lograr grandes beneficios personales. Por eso colorear mandalas es tan divertido como saludable.