Un día llegó a la ciudad un desconocido. Llevaba un sombrero negro y arrastraba una vieja maleta. Al principio daba miedo, pero comenzó a hacer magia y, cuando lo conocí, me enamore de él. Los extranjeros generan desconfianza, ya se sabe, y más cuando se trata de un gato sombrío que lleva sombrero de copa y una gran maleta.