A fecha de composición de Macbeth puede fijarse con bastante certeza en la segunda mitad del ano 1606. Como en otros de sus dramas históricos, Shakespeare se sirvió de antiguas crónicas para crear una tragedia en que no cabe duda sobre donde se sitúa el bien y donde el mal. En el culpable siempre se trasluce el ser humano que sufre también con el mal, transmitiendo la inquietud que provoca la relación entre fatalidad, voluntad personal y culpabilidad.