Aristóteles consideraba que la miel «cae, como el rocío, del aire. Y esto se da sobre todo en el momento en que aparecen las estrellas en el cielo o cuando sobre él se dibuja el arco iris».
A lo que Plinio el Viejo añadió: «Ya sea que este jugo condense la dulzura de los cielos o lo componga la saliva de las estrellas o que sea un jugo que produce el aire de la tarde, el caso es que su pureza, limpieza y autenticidad lo hacen uno de los alimentos favoritos».