Hoy tendemos a asociar la palabra «epicúreo» con el exceso indulgente, pero el hedonismo ligero y la autocomplacencia decadente están a años luz de la vida placentera que perseguían estos filósofos, más preocupados por los placeres mentales y por eludir el dolor incluso en los tiempos difíciles. Su objetivo, en definitiva, era una existencia de tranquilidad y satisfacción.