Apariciones macabras, pactos con el diablo, cadáveres resucitados, monstruos de ciudad, pesadillas automáticas, aberraciones científicas...
Todo suena extrañamente vigente y familiar. Los primeros relatos góticos y fantásticos, tal como los conocemos hoy en día, aparecen en el siglo XIX de la mano de los grandes autores del romanticismo alemán, anglosajón y francés.