Jorge Luis Borges solía afirmar que su origen lector se hallaba en la Enciclopedia Británica, cuyos volúmenes juzgó como una Biblia moderna por orden alfabético. Esto, sin agotarla, explica la estética de Borges: sus laberintos simbólicos y literales, que hoy llamamos hipervínculos, son "senderos que se bifurcan" para congregarse en una sola dirección total: el universo.