Resulta paradójico que aun cuando las generaciones de las últimas tres décadas han tenido más recursos materiales, mejores oportunidades de estudio y mayor libertad personal que las de los hijos, cuyos padres nacieron en la década de los 60, entre los primeros se den más casos de desilusión y depresión. En otras palabras, los niños y jóvenes de hoy son más desdichados en una época en que la psicología positiva y la búsqueda de la felicidad como filosofía de vida son prioridades.