Todos saben que si Gumaro Gutiérrez, alias el Gugu, es bueno para algo, es para hacer payasadas. Por eso. Nadie se sorprende cuando se sube a su banca a bailar al ritmo de la melodía de un celular a media clase de física. ¿Su castigo? Realizar una investigación científica sobre un tema que, en un momento de desesperación, él mismo elige: los fantasmas.