El doctor Frankl, psiquiatra y escritor, solía preguntar a sus pacientes aquejados de múltiples padecimientos: “¿Por qué no se suicida usted?”.
Y, muchas veces, de las respuestas extraía una orientación para la psicoterapia a aplicar: a éste, lo que le ata a la vida son los hijos; al otro, un talento, una habilidad sin explotar; a un tercero, quizá, sólo unos cuantos recuerdos que merece la pena rescatar del olvido.