La metafísica occidental ha evitado a enfrentar al mundo a partir de su propio acontecer; en su lugar, ha optado por la positivación de la totalidad. Por eso, el carácter verbal que expresa el acontecer se ha instalado mediante participios en lo sustantivo. De esa forma, las palabras fundamentales en la metafísica han sido aprehendidas en su carácter meramente nominativo. Eso dio paso a pensar el problema del lenguaje sólo a partir de una posible correlación entre palabra y cosa.