En América Latina y el Caribe hay 175 millones de personas que viven en condiciones de pobreza y 122 millones de trabajadores informales no tienen acceso a la seguridad social. Las diferencias de oportunidades respecto de los servicios de salud, vivienda y educación son cada vez mayores. La desigualdad genera contrastes y fragmentación entre los ciudadanos, reduce la cohesión social e incrementa la propensión a la desestabilización política, mientras que la inclusión social es la muestra más acabada de una democracia que se fortalece.