El desarrollo del ser humano está determinado por el grado de maduración del sistema nervioso central (SNC), que ocurre en sentido inverso al desarrollo normal, es decir, de la médula espinal hacia la corteza (caidocefálico).
Un reflejo es la respuesta involuntaria a un estímulo; por tanto, los reflejos tienen una vía aferente, un nivel de integración y una vía eferente. Los niveles de maduración del SNC son cuatro: médula espinal, tallo cerebral, cerebro medio y corteza cerebral, y cada uno tiene sus propios reflejos y reacciones. Por tanto, la exploración de éstos se convierte en una herramienta clínica valiosa, tanto para llegar a un diagnóstico certero, como para administrar una terapeútica adecuada.