La ética protestante y el espíritu del capitalismo se interroga por el origen de la mentalidad capitalista moderna, enemiga y vencedora del tradicionalismo, y llega a la conclusión de que tal mentalidad procede, no del propio desarrollo económico capitalista, sino del modo de vida generado por el protestantismo de raíz calvinista, que redundó en una racionalización equivalente a una desmasificación del mundo, en la reducción del mismo a objeto de cálculo, explotación y dominación.