En el ático de la vieja mansión donde se acaba de mudar con su familia, Luis encuentra un espejo cuya superficie brillante no es sólida, sino líquida. Empujado por una fuerza superior a él, Luis entra en el espejo, y queda encerrado en un mundo en el que todos los habitantes, incluso su dulce vecina, son crueles y despiadados. Además, al cruzar el espejo, Luis ha liberado a su otro yo: un ser despreciable dispuesto a llevar a cabo todas las maldades que él sólo imagina.