Del crimen llamado secuestro nadie quiere saber, pero todos saben de el: algunos, porque lo sufrieron o sufren en carne propia debido a que un ser cercano —amigo, familiar o vecino— se encuentra inmerso en este; otros, porque conocen o saben de alguien que lo está padeciendo en estos momentos o que lo ha vivido, y unos más porque se han enterado a través de los medios de comunicación.