Al final del siglo XIX mexicano la generación de Clausell y Frías -una generación que todavía paseó en tranvías de mulitas y que llegó a conocer las indagaciones decorativas de José Clemente Orozco- de pronto se vió a la intemperie, en medio de un paisaje que se alteraba profunda, diariamente. En estas páginas están las piezas de un episodio literario inverosímil, pero en modo alguno irreal. Su centro es la investigación militar que intentó demostrar, por encima de toda sospecha, que el teniente Heriberto Frías era el autor innombrado de Tomóchic, la relación novelada de la campaña