La preparación de un diccionario, sea cualquiera la materia sobre que verse, es una tarea penosa, principalmente, cuando es obra de una sola persona, y se halla siempre expuesta, además, a lamentables omisiones, de todo punto involuntarias y hasta inevitables, por lo cual se ha podido decir, con cierto fundamento, que los diccionarios no son nunca perfectos ni completos.