Cuando en julio de 1942, los Frank tuvieron que elegir al llamado de la Gestapo o esconderse costara lo que costara, prefirieron lo segundo, olvidando las pobres gentes cual es el poderío de Leviatán y su paciencia antropófaga.En un pabellón situado detrás de un patio. Tal como hay tantas casas en Ámsterdam, se instalaron como ratas en un orificio. Había que adoptar mil precauciones: no dejarse ver, no hacer ruido.