En El desbarajuste Ferran Planes recoge sus vivencias del exilio, la guerra civil y la segunda república. Lejos de mixtificaciones y versiones idílicas de lo sucedido, el autor hace un relato sincero de su experiencia, sin preocuparse por quedar en buen lugar. El testimonio de Planes es tragicómico e iconoclasta, más cercano a la literatura picaresca o a la novela de aventuras que a unas memorias al uso. Ni se cree en posesión de la verdad ni habla con voz engolada: su visión está a ras de tierra, es la de las personas que como él soportaron con entereza las difíciles circunstancias históricas de la época.