En este libro, el autor defiende la idea de que "la legitimidad exige, en sociedades multiculturales, tanto que la democracia sea pluralista como que el pluralismo sea democrático. En otras palabras, la soberanía popular debe reconocer a las diferentes minorías étnicas (éticas), mientras que una política pluralista debe disfrutar del apoyo de la voluntad general a través de todo el país y dentro de los diferentes grupúsculos éticos".